El "error", un medio para enseñar.
Concebido
desde los modelos transmitivos y conductistas como una carga que debe ser
evitada, los errores han hecho que
diversos docentes, los afronten con procesos correctivos que le permitan conservar su estatus
inequívoco frente a alumnos y padres de familia; desembocando en actitudes de castigo hacia el alumno y/o de replanteamiento de la
programación.
Contrariamente,
el modelo constructivista oferta una
postura positiva frente a ellos; en lugar de eliminarlos pretende convertirlos en catalizadores para
la construcción del conocimiento, por lo tanto
debe permitir que aparezcan e inclusive provocarlos con la finalidad
de lograr su experimentación.
Lo
anterior implica dejar en concebir el
error como fallo, para asumirlo como un obstáculo con el cual se enfrenta el pensamiento de los alumnos; lejos de ser un hecho aislado producto de la generación
espontánea o falta de atención, este es un conjunto de operaciones
mentales al que se liga un proceso
continuo de construcción de
conocimientos.
Dicha
reconcepción, no implica solamente un cambio conceptual, se debe trascender al conocimiento del obstáculo, así como las razones
que lo originan, para poder reflexionar
acerca de los medios que se disponen
y posteriormente actuar para la construcción de canales que permitan a
los alumnos aprender con base a
vivencias propias.
El proceso de aprendizaje deja de
ser sinónimo de evitar errores en la
escuela, para trasladar su importancia a
la vida cotidiana; aprender significa cambiar de actitud frente al entorno,
empleando herramientas personales que
permitan afrontar de manera flexible las diversas situaciones que se
presentan. Por redundante que suene, quien aprende se convierte en el
protagonista de su propio aprendizaje, delegando al docente a un plano de guía.
Como docentes no estamos exentos de
errar; por ello es importante conocer la potencialidad que ello tiene en los
procesos de enseñanza y aprendizaje, ya que al contar con la capacidad de
identificar los propios errores, existe
un mayor margen de oportunidad para transformarlos en hechos que permitan
mejorar el ejercicio docente.
Pierre Astolfi, invita a realizar
acciones que permitan construir
aprendizajes que trasciendan las aulas. Esto puede lograrse con actividades que
presenten situaciones reales que tengan
que ser resueltas personalmente por el
alumnado, permitiéndoles ser conscientes de los resultados que son provocados por sus actos; no solo con la
finalidad de que identifiquen por si
solos sus errores, también de que los valoren y los incentiven a ser creadores
de nuevos conocimientos.
Quisiera añadir Alex, la importancia de resaltar más los aciertos que los errores en el proceso enseñanza-aprendizaje. Por ejemplo, no es lo mismo decir: "tuviste 6 aciertos" que decir, "tuviste 4 errores". Es decir, como tu lo señalas, a partir del error tambien podemos aprender de manera sutil.
ResponderEliminarBuen día compañero Alex. Con respecto a tu aportación considero de suma importancia recalcar el hecho de que como docentes erramos cada vez que estamos siendo participes de la transmisión de conocimiento, porque no sabemos cuál será el resultado de dicho proceso sin embargo, la experiencia nos marcara que cada vez será más preciso tu desempeño y conocerás las herramientas indispensables para mejorar dicho suceso, así mismo, y no olvidar que cuando logras meter al alumno al contexto deseado generando un sinfín de dudas respecto a lo que está realizando, y que te vea como un apoyo, te busque incluso fuera de aula solicitando un tiempo para reafirmar lo que ha hecho o ha leído, dejando una satisfacción de que lo que les estas diciendo ha movido su interior para lograr el objetivo y partirá de ahí para formar sus propias ideas. El error puede ser un trampolín para llegar a la meta pero también puede ser el principio del abandono y rechazo del aprendizaje.
ResponderEliminarAlex:
ResponderEliminarMe parece muy interesante este cambio de significado que el modelo constructivista le aporta al error; creo que como bien lo mencionas, el error anteriormente era catalogado como una equivocación que debía ser sancionada y corregida, me parece mucho más agradable poder aprender de los errores de mis alumnos y dejar que ellos aprendan de sus propios errores.
También debemos pensar en lo que mencionas: como docentes podemos errar y también a nosotros nos toca hacer algo que nos permita crecer a partir de los errores que cometemos. Las acciones que debemos tomar se traducen en estrategias de enseñanza -aprendizaje con las cuales realizamos actividades, justificadas y amigables que aceptan el error como parte del proceso de crecimiento del alumno pero que intentan sacar lo mejor del estudiante.
¡Saludos!
Alex, mencionas de manera acertada que es responsabilidad del docente establecer estrategias adecuadas en proceso de enseñanza-aprendizaje, si la sociedad en la cual nos encontramos es muy dinámica, es conveniente que como docentes comprendamos la situación del estudiante, que aprenden de diferentes formas, mediante la motivación, la orientación o estrategias didácticas que se pueden implementar en su contexto; los alcances que se tienen como formador de personas en sus diferentes ámbitos son las acciones en la cual se pueden diferenciar entre un maestro y un buen maestro, reconociendo la individualidad de los estudiantes, se debe de dominar las herramientas básicas o esenciales como son los conocimientos teóricos, las herramientas esenciales, los cuales influyen en la capacidad del discente para entender, comprender y establecer una relación en los diferentes tipos de aprendizaje como son: la lectura, la escritura la expresión oral, etc. Los cuales permiten adquirir el hábito de participación, de colaboración entre pares, la actitud de escuchar y dialogar, lo cual permite que el estudiante tenga la capacidad de reflexionar y tomar decisiones de forma acertada y responsable cuando tenga el planteamiento de una situación o problema.
ResponderEliminarPedro Hernandez